
Son muchas las veces que me ahogué con esta clase de pensamientos, aislada en mi mundo e intentando encontrar una lógica, apretando mi garganta para no llorar, por si acaso de que alguien entrara a mi habitación y me viera así.
Pero muchas veces uno no tiene que llorar para demostrar que se siente mal. Las miradas y las caras alcanzan. Simplemente, se nota