marzo 31, 2009

Quizás lo más importante de tener un bajo concepto de ti misma, es la sensación interior de impotencia… de no tener capacidad para lograr lo que te propones. Del miedo a los demás o creer que son superiores en forma alguna a ti. Del creer que no eres lo suficientemente especial como para ser querida, valorada… amada. De no creerte digna del amor y del aprecio..

"La autoestima es la valoración que uno tiene de si mismo. Esta se va conformando desde que nacemos en donde los primeros espejos para los niños son los padres.La autoestima es la base de la autoconfianza y de la seguridad personal y resulta clave para poder amar: quien no se quiere, no se considera valioso y no advierte lo que es y tiene para poder darse. Pero la autoestima que hace madurar es la que se basa en el conocimiento de sus fortalezas y también de las debilidades."
(Cristian Conen.)


Y DE UNA VEZ POR TODAS QUIERO SER REALMENTE YO, LA QUE MIRA HACIA ADELANTE, Y NO DE REOJO A LOS COSTADOS PARA VER QUIEN ESTA ATENTO AL MAS MINIMO ERROR.

marzo 30, 2009

No hablemos de lo que nunca vamos a
ser,
porque eso es hablar de frustraciones, y para esas cosas están los días
tristes.


Alguien me dijo alguna vez que si ponías todo tu corazon en algo, sucederia. Quizas no segui al pie de la letra las instrucciones pues hasta hace un tiempo, aun seguia cerrando fuertemente los ojos, apretando las manos y murmurando en silencio: Un final como el de Amelie. Quizas gaste tanto tiempo de mi vida sumergida en el irrealista mundo del septimo arte, que olvidé, que aqui afuera, era yo la guionista. Los personajes me rodeaban y aparecian sin necesidad de llamarlos. Antagonistas en mi melancolica realidad, extras caminando sobre mis heridas. Deambulando sola entre las calles, de cuadro en cuadro, de escena en escena. Parlamentos indescifrables. Ya habia comenzado a perder el hilo de aquella megaproduccion, cuando de pronto note, que el personaje principal no era yo. Fui solo un extra en espera de el, ese que tranformo la monotonia de mi retorica en letras dinamicas, con vida y color. El que le dio sentido a cada uno de mis guiones. El de los ojos tristes y las manos blancas, el de los acordes acidos y las suaves melodias. Ese, el que despues de tanto anhelar con los ojos cerrados su venida, se digno a aparecer. Y sé que aun no hay final para mi, se que no sera jamas como el de Amelie, que Nino no llego a mi puerta con aquel polvo para bizcochos, que el Gnomo no viajará mas de un Kilometro, que las nubes son todo menos figuras... Se que no tendre aquel anhelado final, pues este sera mucho, mucho mejor. Lo siento Amelie,
debiste
haber visto mi pelicula, antes de
existir
.

Una mujer camina por la calle, tranquila y segura de si misma, de sus sueños y derrotas, segura de las lagrimas derramadas y de las sonrisas lanzadas al borde del mar. Una mujer camina por la calle con la cabeza llena de pajaros y flores, de lunas y soles de abril. Recorre antiguas casonas, dibujando en carbon sin retoques. Una mujer camina por la calle pensando en la idiotez, en la burda vista que le ofrece la muchedumbre adormecida. Busca la semejanza en lo diferente del aire, las gotas de hilos viejos colgando del horizonte. Una mujer camina por la calle revelando secretos que solo a ella le han sido mostrados. Canta bajito en el oido del mundo y este le responde con el arcoiris en medio del cielo. Una mujer camina por la calle, delgada y fragil, cabello rojo y corto, ojos grandes y melancolicos, sonrisa triste y candida. Una mujer camina por la calle dejando atras los escombros, soltando pesos muertos que le impedian renacer. Sonriendo en complicidad con el viento, oyendo la musica de los angeles. Una mujer camina por la calle revoloteando entre mortales, simulando tocar el piano con los ojos cerrados. Una mujer camina por la calle lanzando piedras al mar en las tardes, enterrando falsas siluetas de amistad y prejuicio. Una mujer camina por la calle, avanza, se mueve y serpentea entre los autos, mira hacia arriba, entrecierra los ojos ante el sol, da un vistazo a su alrededor, respira hondo, abre los brazos y vuelve a caminar.
Una mujer escribe, contando de esa vez, que caminó por la calle.


Es la diferencia. La soledad que impone el estilo de vida, que viene quizas, de donde, quizas de cuando. Es la melancolia pura de las palabras. Me he dado cuenta que no sirve imaginar, no va a pasar. Ese con la mirada perdida en el horizonte, con los ideales guardados en el pecho, no aparecera. En el bolsillo, el tiempo perdido, para recuperarlo a gusto, con quien quiera. No va a llegar. Los colores con lo que lo pintaba ya no estan. Son sueños de niña, sueños absurdos, irreales fantasias voladoras.

marzo 27, 2009

MAS ALLA DEL SOL, MAS ALLA DEL MAR, MAS ALLA DEL TIEMPO, SE QUE HAY UN LUGAR.
Un candombe en la cabeza que no es para bailar, por más agua que le tira no lo puede hacer sonar. Un tambor en las entrañas no para de repicar.

marzo 26, 2009

Déjenme entrar allí donde pastan las hormigas de otros cuerpos. No me cierren las puertas donde muero sin olor a poema sin reloj sentada en el último banco de mis versos. Déjenme entrar allí donde no hay bruma en la palabra donde mi cuerpo siente el equilibrio de los ojos despiertos; allí, donde los muertos tienen su propio corazón latiendo. Déjenme entrar allí no me nieguen el agua de una estrofa para calmar la sed de tantos sueños.

marzo 25, 2009

Cuanto mas fácil es expresarte cuando estas triste, o cuando estas pasando por una situación difícil o compleja. Me di cuenta de que, por lo menos yo, tengo más facilidad para escribir sobre desencuentros y tristezas que sobre alegría y felicidad. Aun tratando siempre de sonar lo mas esperanzadora que puedo en mis escritos, se me hace mas fácil escribir sobre problemas que sobre soluciones. Calculo que eso me sucede porque la felicidad esta hecha para vivirla y no para escribirla. Es como cuando uno escribe sobre amor y estar enamorado, uno puede describir esa sensación como "nunca viví algo igual" o "me tiemblan las rodillas" pero nunca terminamos de describir totalmente lo que sentimos sobre el amor. Lo hago más sencillo: nunca va a entender una persona lo que es estar enamorado, y sentir una felicidad inmensa, si no lo vivió.La gente que me ve todos los días, puede ver en mi cara, de lo que estoy hablando. Ya me dijeron, más de una vez, que me notaban distinta. Y es que suelo estar distinta, cuando todos los demas notaron que dejaba de existir.
¿Y ENTONCES QUE QUEDARA
POR DECIR?
No hay cosas mas
claras que las que estan a la
luz, no hay peor ciego que el que no quiere
ver.
El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detrás de un cardenal. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero de pasar, pasa. Incluso para mí.
NUNCA MAS!

marzo 24, 2009

No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo.

marzo 23, 2009

Le gente pasa y pasa siempre tan igual, el ritmo de la vida no parese mal. Era tan diferente cuando estabas tu.

marzo 19, 2009

Y SI TENGO QUE ELEGIR UN LUGAR PARA PENSAR, ME LLAVARIA MI PIEZA A TODOS LADOS.




(ESE DIA ESTABA MUY ENQUILOMBADA MI PIEZA, ESTA BASTANTE DISTINTA AHORA, NADA QUE VER AL AÑO PASADO)

marzo 17, 2009



"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol."
Y YO ESTOY AQUI, BORRACHA Y LOCA!

marzo 16, 2009

La curiosidad mato al gato. Cuantas veces escuche esta frase. Sin embargo acá estoy, porque la curiosidad me consume por dentro y tengo la necesidad de saber, al menos una vez, lo que se siente y de que se trata todo esto. Todo mi cuerpo esta temblando, y no lo puedo contener. La misma sensación que uno tiene cuando hace algo por primera vez, algo malo o prohibido y la mezcla de miedo y excitación te superan... pero al mismo tiempo te llena de placer. Él esta sentado, adelante mío en mi cocina, esperando su té. Tiene esa sonrisa irritante, tan tranquilo y tan calmado al punto de incomodarme. Me mira mientras lleno las dos tazas, y desvío la mirada. No quiero caer, pero necesito saber. Cuando nos acercamos aquella noche, creí que no era algo en serio, si no algo del momento. Y ahora estamos acá, de repente, solos, en una situación en la que jamás me imagine iba a estar. Si sus miradas mataran, yo ya estaría sin vida. Las tiene clavadas en mí, y no las saca. Odio cuando alguien me mira tan seguro y con una sonrisa en los labios, convirtiéndome en algo predecible. Tengo que controlarme y no lanzar un suspiro de sorpresa, no seria apropiado. Quiero demostrarle que se lo que hago. Pero Dios mío, nunca me había sentido así de atrevida. Me pregunta si estoy nerviosa, no me salen las palabras. Amago a negar con la cabeza, el sabe que es mentira. Algo anteriormente me pudo conocer. El momento había llegado, ya no había vuelta atrás, el té se había terminado, y ahora simplemente era el momento de la verdad... debía conocer lo que él me estaba insinuando...
Después de muchos cambios, después días y meses de reflexión, después de asombrarme de mi constancia, después de hacer cientos de cosas de las cuales me arrepiento sin querer hacerlo, después de noches enteras sin poder dormir, después de muchas bienvenidas y despedidas, después de olvidarme por momentos quien soy yo y que es lo que quiero para mi... Después de mucho tiempo volví a mi primer amor: Las letras.


A veces no puedo evitar inventarme historias ilógicas, amores platónicos, lugares irracionales, momentos inoportunos. Trasladarme a los sueños, a memorias de un viejo pasado, a dias sin explicacion, a momentos sumamente mágicos.
Plasmándolo en algún lugar, plasmando cosas que alguna vez pasaron por aca adentro, para que los recuerdos no solo se graven en mi memoria, para compartirlos con muchos mas una y otra vez.
VOLANDO EN ESTE MUNDO, SOLO MIO, Y UN TANTO IRREAL.


No siempre lo primero que pensamos o creemos es lo correcto. A veces hace falta releer entre líneas, replantear y volver a mirar para atrás para sacar las conclusiones finales de lo que vivimos e hicimos. Esta es mi manera de aprender para no volver a cometer errores pasados, ni a tropezarnos con la misma piedra varias veces.
"Quizá porque ya no veo la felicidad como algo inalcanzable; ahora sé que la felicidad puede ocurrir en cualquier momento y que no se debe perseguir."
Se
rompían
los
esquemas,
de mi
pobre
corazón.

marzo 15, 2009

"Aprecio mas que nada mi vida interior, mi exquisito mundo privado, aquel que, aunque quisiera, no podría explicar.
Es tan fructífero, tiene tantos colores y tantísimos matices que no se podría entender la dimensión
y la importancia que yace en el. Quisiera explicarlo.

Quisiera que mi ocio tuviera sentido para la sociedad, y sin embargo, soy condenada.

Se que ahora no entienden paro ya van a entender."
TE AMO

marzo 14, 2009

Otra vez aqui, tu y yo, es simple, facil, complejo. Pasamos de un estado al otro con un simple paso, "del amor al odio hay un paso" nosotros vamos a saltos, nos queremos, nos peleamos hasta sin motivos, volvemos a amarnos, somos pateticos, hermosos, dulces, odiosos, molestos. Nos invadimos, nos celamos y derrepente no nos importamos. Hasta que nos ponemos a pensar y nos recordamos, volvemos a llamarnos y nos juntamos. Es un circulo más que visioso, vos me queres, yo me dejo querer, nos queremos. Pero las cosas así no son y vos y yo las sabemos. No puede haber en el "amor" a un paso de quererse a odiarse, eso significa que nunca hubo amor, que eran te amo falsos.


YO SI TE AMO!
“Vuélvete sobre tus pasos”, murmuró con una voz alicaída, rota, que resonó únicamente en su cabeza. Se deshacía en lágrimas silenciosamente y ya era demasiada nieve la caída sobre sus hombros. El otoño se había cobrado sus correspondientes víctimas, corazones temerosos de saltar al vacío, y un invierno gris sólo conseguía matar de frío, de tristeza. “No se pierde toda la esperanza. Jamás”, le grité con la mirada perdida entre las baldosas de cualquier suelo. Pero ella no me miraba, nunca lo ha hecho, ella sólo es capaz de advertir que él ha dejado de mirarla. Canta, grita, se maldice, se lamenta; pero no me ve a mí, justo a su lado, siempre cantando, gritando, maldiciéndome, lamentándome. Siempre, que es nunca, y viceversa. Mientras ella se reía de Dios sabe qué, yo me limitaba a desear ser, simplemente, ese reloj de correa azul que siempre ha llevado en su muñeca derecha, para que la sangre se me acumulase en las mejillas cada vez, cada segundo, que mis manecillas se fundieran con sus ojos. Mientras ella contaba las estrellas de cada constelación, más tarde de cada galaxia, yo, silencioso, me inventaba el número de botones de su blusa que podrían desabrocharse. Y, mientras ella saltaba sobre los charcos que dejaba la melancolía, siempre con botas de agua, yo era el encargado de vaciarme de toda tristeza, para que ella atravesase sus barrizales, risueña.
No. No me volví sobre mis pasos. Desoí todas las voces. Me olvidé de la esperanza, del jamás, del para siempre. Quizá el cobarde sepa mejor que el valiente en qué consiste la valentía.

—Basta de criticar mi conducción —dijo bruscamente—, sigo esperando tu última teoría.Me mordí el labio. Me miró con ojos inesperadamente amarillos—No me voy a reír —prometió.—Temo más que te enfades conmigo.— ¿Tan mala es?—Bastante, sí.Esperó. Tenía la vista clavada en mis manos, por lo que no le pude ver la expresión.—Adelante —me animó con voz tranquila.—No sé cómo empezar —admití.— ¿Por qué no empiezas por el principio? Dijiste que no era de tu invención.—No.— ¿Cómo empezaste? ¿Con un libro? ¿Con una película? —me sondeó.—No. Fue el sábado, en la playa —me arriesgué a alzar los ojos y contemplar su rostro. Pareció confundido—. Me encontré con un viejo amigo de la familia... Jacob Black —proseguí—. Su padre y Charlie han sido amigos desde que yo era niña.Aún parecía perplejo.—Su padre es uno de los ancianos de los quileute —lo examiné con atención. Una expresión helada sustituyó al desconcierto anterior—. Fuimos a dar un paseo... —evité explicarle todas mis maquinaciones para sonsacar la historia—, y él me estuvo contando viejas leyendas para asustarme —vacilé—. Me contó una...—Continúa.—... sobre vampiros.En ese instante me di cuenta de que hablaba en susurros. Ahora no le podía ver la cara, pero sí los nudillos tensos, convulsos, de las manos en el volante.— ¿E inmediatamente te acordaste de mí?Seguía tranquilo.—No. Jacob mencionó a tu familia.Permaneció en silencio, sin perder de vista la carretera. De repente, me alarmé, preocupada por proteger a Jacob.—Sólo creía que era una superstición estúpida —añadí rápidamente—. No esperaba que yo me creyera ni una palabra —mi comentario no parecía suficiente, por lo que tuve que confesar—: Fue culpa mía. Le obligué a contármelo.— ¿Por qué?—Lauren dijo algo sobre ti... Intentaba provocarme. Un joven mayor de la tribu mencionó que tu familia no acudía a la reserva, sólo que sonó como si aquello tuviera un significado especial, por lo que me llevé a Jacob a solas y le engañé para que me lo contara —admití con la cabeza gacha.— ¿Cómo le engañaste?—Intenté flirtear un poco... Funcionó mejor de lo que había pensado —la incredulidad llenó mi voz cuando lo evoqué.—Me gustaría haberlo visto —se rió entre dientes de forma sombría—. Y tú me acusas de confundir a la gente... ¡Pobre Jacob Black!Me puse colorada como un tomate y contemplé la noche a través de la ventanilla.— ¿Qué hiciste entonces? —preguntó un minuto después.—Busqué en Internet.— ¿Y eso te convenció? —su voz apenas parecía interesada, pero sus manos aferraban con fuerza el volante.—No. Nada encajaba. La mayoría eran tonterías, y entonces. .. —me detuve.— ¿Qué?—Decidí que no importaba —susurré.— ¡¿Que no importaba?! —el tono de su voz me hizo alzar los ojos. La máscara tan cuidadosamente urdida se había roto finalmente. Tenía cara de incredulidad, con un leve atisbo de la rabia que yo temía.—No —dije suavemente—. No me importa lo que seas.— ¿No te importa que sea un monstruo? —su voz reflejó una nota severa y burlona— ¿Que no sea humano?—No.Se calló y volvió a mirar al frente. Su rostro era oscuro y gélido.—Te has enfadado —suspiré—. No debería haberte dicho nada.—No —dijo con un tono tan severo como la expresión de su cara—. Prefiero saber qué piensas, incluso cuando lo que pienses sea una locura.—Así que, ¿me equivoco otra vez? —le desafié.—No me refiero a eso. «No importaba» —me citó, apretando los dientes.— ¿Estoy en lo cierto? —contesté con un respingo.— ¿Importa?Respiré hondo.—En realidad, no —hice una pausa—. Siento curiosidad.Al menos, mi voz sonaba tranquila. De repente, se resignó.— ¿Sobre qué sientes curiosidad?— ¿Cuántos años tienes?—Diecisiete —respondió de inmediato.— ¿Y cuánto hace que tienes diecisiete años?Frunció los labios mientras miraba la carretera.—Bastante —admitió, al fin.—De acuerdo.Sonreí, complacida de que al fin fuera sincero conmigo. Sus vigilantes ojos me miraban con más frecuencia que antes, cuando le preocupaba que entrara en estado de Shock. Esbocé una sonrisa más amplia de estímulo y él frunció el ceño.—No te rías, pero ¿cómo es que puedes salir durante el día?En cualquier caso, se rió.—Un mito.— ¿No te quema el sol?—Un mito.— ¿Y lo de dormir en ataúdes?—Un mito —vaciló durante un momento y un tono peculiar se filtró en su voz—. No puedo dormir.Necesité un minuto para comprenderlo.— ¿Nada?—Jamás —contestó con voz apenas audible.Se volvió para mirarme con expresión de nostalgia. Sus ojos dorados sostuvieron mi mirada y perdí la oportunidad de pensar. Me quedé mirándolo hasta que él apartó la vista.—Aún no me has formulado la pregunta más importante.Ahora su voz sonaba severa y cuando me miró otra vez lo hizo con ojos gélidos. Parpadeé, todavía confusa.— ¿Cuál?— ¿No te preocupa mi dieta? —preguntó con sarcasmo.—Ah —musité—, ésa.—Sí, ésa —remarcó con voz átona—. ¿No quieres saber si bebo sangre?Retrocedí.—Bueno, Jacob me dijo algo al respecto.— ¿Qué dijo Jacob? —preguntó cansinamente.—Que no cazabais personas. Dijo que se suponía que vuestra familia no era peligrosa porque sólo dabais caza a animales.— ¿Dijo que no éramos peligrosos?Su voz fue profundamente escéptica.—No exactamente. Dijo que se suponía que no lo erais, pero los quileutes siguen sin quereros en sus tierras, sólo por si acaso.Miró hacia delante, pero no sabía si observaba o no la carretera.—Entonces, ¿tiene razón en lo de que no cazáis personas? —pregunté, intentando alterar la voz lo menos posible.—La memoria de los quileutes llega lejos... —susurró.Lo acepté como una confirmación.—Aunque no dejes que eso te satisfaga —me advirtió—. Tienen razón al mantener la distancia con nosotros.—No comprendo.—Intentamos... —explicó lentamente—, solemos ser buenos en todo lo que hacemos, pero a veces cometemos errores. Yo, por ejemplo, al permitirme estar a solas contigo.— ¿Esto es un error?Oí la tristeza de mi voz, pero no supe si él también lo había advertido.—Uno muy peligroso —murmuró.A continuación, ambos permanecimos en silencio. Observé cómo giraban las luces del coche con las curvas de la carretera. Se movían con demasiada rapidez, no parecían reales, sino un videojuego. Era consciente de que el tiempo se me escapaba rápidamente, se me acababa como la carretera que recorríamos, y tuve un miedo espantoso a no disponer de otra oportunidad para estar con él de nuevo como en este momento, abiertamente, sin muros entre nosotros. Sus palabras apuntaban hacia un fin y retrocedí ante esa idea. No podía perder ninguno de los minutos que tenía a su lado.—Cuéntame más —pedí con desesperación, sin preocuparme de lo que dijera, sólo para oír su voz de nuevo.Me miró rápidamente, sobresaltado por el cambio que se había operado en mi voz.— ¿Qué más quieres saber?—Dime por qué cazáis animales en lugar de personas —sugerí con voz aún alterada por la desesperación. Tomé conciencia de que tenía los ojos llorosos y luché contra el pesar que intentaba apoderarse de mí.—No quiero ser un monstruo —explicó en voz muy baja.—Pero ¿no bastan los animales?Hizo una pausa.—No puedo estar seguro, por supuesto, pero yo lo compararía con vivir a base de queso y leche de soja. Nos llamamos a nosotros mismos vegetarianos, es nuestro pequeño chiste privado. No sacia el apetito por completo, bueno, más bien la sed, pero nos mantiene lo bastante fuertes para resistir... la mayoría de las veces —su voz sonaba a presagio—. Unas veces es más difícil que otras. — ¿Te resulta muy difícil ahora?Suspiró.—Pero ahora no tienes hambre —aseveré con confianza, afirmando, no preguntando.— ¿Qué te hace pensar eso?—Tus ojos. Te dije que tenía una teoría. Me he dado cuenta de que la gente, y los hombres en particular, se enfada cuando tiene hambre.Se rió entre dientes.—Eres muy observadora, ¿verdad?No respondí, sólo escuché el sonido de su risa y lo grabé en la memoria.—Este fin de semana estuvisteis cazando, ¿verdad? —quise saber cuando todo se hubo calmado.—Sí —calló durante un segundo, como si estuviera decidiendo decir algo o no—. No quería salir, pero era necesario. Es un poco más fácil estar cerca de ti cuando no tengo sed.— ¿Por qué no querías marcharte?—El estar lejos de ti me pone... ansioso —su mirada era amable e intensa; y me estremecí hasta la médula—. No bromeaba cuando te pedí que no te cayeras al mar o te dejaras atropellar el jueves pasado. Estuve abstraído todo el fin de semana, preocupándome por ti, y después de lo acaecido esta noche, me sorprende que hayas salido indemne del fin de semana —movió la cabeza; entonces recordó algo—. Bueno, no del todo.— ¿Qué?—Tus manos —me recordó.Observé las palmas de mis manos y las rasgaduras casi curadas de los pulpejos. A Edward no se le escapaba nada.—Me caí —reconocí con un suspiro.—Eso es lo que pensé —las comisuras de sus labios se curvaron—. Supongo que, siendo tú, podía haber sido mucho peor, y esa posibilidad me atormentó mientras duró mi ausencia. Fueron tres días realmente largos y la verdad es que puse a Emmett de los nervios.Me sonrió compungido.— ¿Tres días? ¿No acabas de regresar hoy?—No, volvimos el domingo.—Entonces, ¿por qué no fuisteis ninguno de vosotros al instituto?Estaba frustrada, casi enfadada, al pensar el gran chasco que me había llevado a causa de su ausencia.—Bueno, me has preguntado si el sol me daña, y no lo hace, pero no puedo salir a la luz del día... Al menos, no donde me pueda ver alguien.— ¿Por qué?—Alguna vez te lo mostraré —me prometió.Pensé en ello durante un momento.—Me podías haber llamado —decidí.Se quedó confuso.—Pero sabía que estabas a salvo.—Pero yo no sabía dónde estabas. Yo... —vacilé y entorné los ojos.— ¿Qué? —me impelió con voz arrulladora.—Me disgusta no verte. También me pone ansiosa.Me sonrojé al decirlo en voz alta. Se quedó quieto y alzó la vista con aprensión. Observé su expresión apenada.—Ay —gimió en voz baja—, eso no está bien.No comprendí esa respuesta. ¿Qué he dicho?— ¿No lo ves, Bella? De todas las cosas en que te has visto involucrada, es una de las que me hace sentir peor —fijó los ojos en la carretera abruptamente; habló a borbotones, a tal velocidad que casi no lo comprendí—. No quiero oír que te sientas así —dijo con voz baja, pero apremiante—. Es un error. No es seguro. Bella, soy peligroso. Grábatelo, por favor.—No.Me esforcé por no parecer una niña enfurruñada.—Hablo en serio —gruñó.—También yo. Te lo dije, no me importa qué seas. Es demasiado tarde.—Jamás digas eso —espetó con dureza y en voz baja.Me mordí el labio, contenta de que no supiera cuánto dolía aquello. Contemplé la carretera. Ya debíamos de estar cerca. Conducía mucho más deprisa.— ¿En qué piensas? —inquirió con voz aún ruda.Me limité á negar con la cabeza, no muy segura de que fuera capaz de hablar.— ¿Estás llorando?No me había dado cuenta de que la humedad de mis ojos se había desbordado. Rápidamente, me froté la mejilla con la mano y, efectivamente, allí estaban las lágrimas delatoras, traicionándome.—No —negué, pero mi voz se quebró.Le vi extender hacia mí la diestra con vacilación, pero luego se contuvo y lentamente la volvió a poner en el volante.—Lo siento —se disculpó con voz pesarosa.Supe que no sólo se estaba disculpando por las palabras que me habían perturbado. La oscuridad se deslizaba a nuestro lado en silencio.—Dime una cosa —pidió después de que hubiera transcurrido otro minuto, y le oí controlarse para que su tono fuera ligero.— ¿Sí?—Esta noche, justo antes de que yo doblara la esquina, ¿en qué pensabas? No comprendí tu expresión... No parecías asustada, sino más bien concentrada al máximo en algo.—Intentaba recordar cómo incapacitar a un atacante, ya sabes. .. autodefensa. Le iba a meter la nariz en el cerebro a ese... —pensé en el tipo moreno con una oleada de odio.— ¿Ibas a luchar contra ellos? —eso le perturbó—. ¿No pensaste en correr?—Me caigo mucho cuando corro —admití.— ¿Y en chillar?—Estaba a punto de hacerlo.Sacudió la cabeza.—Tienes razón. Definitivamente, estoy luchando contra el destino al intentar mantenerte con vida.Suspiré. Al traspasar los límites de Forks fuimos más despacio. El viaje le había llevado menos de veinte minutos.— ¿Te veré mañana? —quise saber.—Sí. También he de entregar un trabajo —me sonrió—. Te reservaré un asiento para almorzar.Después de todo lo que habíamos pasado aquella noche, era una tontería que esa pequeña promesa me causara tal excitación y me impidiera articular palabra.Estábamos enfrente de la casa de Charlie. Las luces estaban encendidas y mi coche en su sitio. Todo parecía absolutamente normal. Era como despertar de un sueño. Detuvo el vehículo, pero no me moví.— ¿Me prometes estar ahí mañana?—Lo prometo.Sopesé la respuesta durante unos instantes y luego asentí con la cabeza. Me quité la cazadora después de olería por última vez.—Te la puedes quedar... No tienes una para mañana —me recordó.Se la devolví.—No quiero tener que explicárselo a Charlie.—Ah, de acuerdo.Esbozó una amplia sonrisa. Con la mano en la manivela, vacilé mientras intentaba prolongar el momento.— ¿Bella? —dijo en tono diferente, serio y dubitativo.— ¿Sí? —me volví hacia él con demasiada avidez.— ¿Vas a prometerme algo?—Sí —respondí, y al momento me arrepentí de mi incondicional aceptación. ¿Qué ocurría si me pedía que me alejara de él? No podía mantener esa promesa.—No vayas sola al bosque.Le miré fijamente, totalmente confusa.— ¿Por qué?Frunció el ceño y miró con severidad por la ventana.—No soy la criatura más peligrosa que ronda por ahí fuera. Dejémoslo así.Me estremecí levemente ante su repentino tono sombrío, pero estaba aliviada. Al menos, ésta era una promesa fácil de cumplir.—Lo que tú digas.—Nos vemos mañana —suspiró, y supe que deseaba que saliera del coche.—Entonces, hasta mañana.Abrí la puerta a regañadientes.— ¿Bella?Me di la vuelta mientras se inclinaba hacía mí, por lo que tuve su espléndido rostro pálido a unos centímetros del mío. Mi corazón se detuvo.—Que duermas bien —dijo.Su aliento rozó mi cara, aturdiéndome. Era el mismo exquisito aroma que emanaba de la cazadora, pero de una forma más concentrada. Parpadeé, totalmente deslumbrada. Edward se alejó.Fui incapaz de moverme hasta que se me despejó un poco la mente. Entonces salí del coche con torpeza, teniendo que apoyarme en el marco de la puerta. Creí oírle soltar una risita, pero el sonido fue demasiado bajo para confirmar que fuera cierto.
Prefiero saber qué piensas, incluso cuando lo que pienses sea una locura.
Estaba totalmente segura de tres cosas. Primera, Edward era un vampiro. Segunda, una parte de él, y no sabía lo potente que podía ser esa parte, tenía sed de mi sangre. Y tercera, estaba incondicional e irrevocablemente enamorada de él.
De repente, no era algo personal, mío. Me imaginé a cientos y cientos de chicos que vivían en el lado chungo de cada ciudad, chicos de ojos negros que se asustaban de su propia sombra. Cientos de chicos que quizá mirasen las puestas de sol y las estrellas y que deseasen con todas sus fuerzas algo mejor. Pude ver a chicos que se poníuan debajo de una farola porque eran malos y duros y odiaban el mundo, y era demasiado tarde para decirles que aún quedaban cosas buenas, y que no te creerían si lo hicieras. Era un problema demasiado vasto para ser una cuestión personal. Tendría que haber alguna ayuda, alguien debería decírselo antes de que fuera demasiado tarde. Alguien debería contar la historia desde su punto de vista, y quizás entonces la gente lo entendería, y no serían tan ligeros a la hora de juzgar a un chico sólo por la cantidad de gomina que lleve. Aquello me pareció importante.

Rebeldes (Susan E.Hinton)
¿QUIEN SABE CUANTAS LUNAS CONTEMPLAMOS PASAR?
- [...] Y entonces me dijo "pero, ¿qué es lo que quieres?" y yo dije "¿que qué es lo que quiero? ¿Sabes lo que quiero? Pues quiero... quiero... quiero dejar de tartamudear cada vez que te veo como si fuese una estúpida y también quiero cambiar de pintura de uñas. Quiero pintarme las uñas del fucsia más fucsia que haya en todo Madrid. Y pintarme la raya del ojo o comprarme algo que me encante aunque para ello tenga que vender mi alma al diablo. Y deseo que deje de llover de una maldita vez porque me mojo las botas y me undo en los charcos y en la radio sólo suenan canciones tristes que hablan del frío y de diciembre. Y también espero. O te espero. Espero que no sea demasiado tarde para nada y que podamos volver a sonreír como antes. O que nieve, ¿por qué no? Sí, que nieve. Igual lo único que nos queda es bordar con un hilo bien rojo que nunca vamos a borrarnos de esta historia, como si nuestra vida no fuese más que un ensayo, escrito a lápiz, de una obra que nunca llegará a estrenarse. Espera, creo que eso lo oí en una película. Pero da igual. Solo quiero fotocopiar tu corazón en blanco y negro, fotocopiarlo millones de veces, gastarme una pasta en ello, clausurar mi fondo de pensiones. ¿Que para qué? Para colgarlo de mi pared y darme cuenta de lo tonta que me has vuelto, me-has-vuel-to. Ríete, total. Prefiero hundirme entre los nudos de mi bufanda antes que volver a pasear contigo en domingo. Y respirar el aire frío, congelante de este primer invierno mientras se van enciendiendo las lucecitas esas que hay ahora al lado de las farolas, las que tienen forma de estrella y brillan tan tontamente como brillábamos tú y yo juntos. Que qué quiero, me preguntas que qué quiero."


Y él se quedó ahí, con esa cara de estrella de Hollywood que tiene y dijo "tienes razón, soy un idiota, nunca te compro cosas bonitas ni te invito a cenar, ni te digo 60 veces por minuto pero mira que estás bonita". Me levanté y me fui. Tardé 20 minutos en llegar a casa porque la calle estaba encharcada. Cuando llegué mi buzón de mensajes estaba lleno, sabes que siempre fue muy bueno en eso de disculparse.

SIN PARACAIDAS

Mi foto
Un poco de mi, de mi mundo, de mi espacio imaginario, de mis historias, de mi caprichos, de lo que me gusta. Un poco de mi vida, y un lugar para recordar de a poco cada uno de mis momentos.