abril 03, 2009

Si quieres hablar de desequilibrio, estás ante toda una experta. Puedo hablarte de las noches en vela, soñando; de las horas esperando a que suene el teléfono; de cuando olvidé en qué consistía mi vida y me dejé llevar. Puedo contarte cómo me enamoré del andén de una estación y por ello perdí el tren. Podemos hablar de lo difícil que es la distancia, el tiempo, el espacio no compartido. De las lágrimas en mitad del desenfreno. De las veces que quisiste hacer algo pero no tuviste el valor, de los abrazos que perdí por no saber pedirlos. Podemos discutir sobre las palabras a deshora, los ojos que llegan tarde y las personas que no esperan... O las que esperan demasiado. Puedo aconsejarte que no saltes por la ventana (¡valiente!) porque sé lo que es caer. Podemos hablar de perder la cabeza, de no sentir los pies, de subir a lo alto y de lo mucho que nos gustan los faros. De las veces que hemos paseado, para no caernos, del brazo de alguien que siempre ha estado ahí, o de alguien que ha vuelto, o que aparece de repente. De cuántas veces hemos esperado que apareciera por la puerta, entre la gente. Podemos hablar de las dudas, del miedo, de dejarlo todo y volver a empezar. De canciones que nos unen a personas con las que nunca creímos que tuviéramos nada que ver. Podemos hablar del mar, de las luces, de las estrellas que no conté por no mirar al cielo, de las personas que te recuerdan dónde está la magia. Podemos hablar... O puedo reunir el valor, y quedarnos callados.

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SIN PARACAIDAS

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Un poco de mi, de mi mundo, de mi espacio imaginario, de mis historias, de mi caprichos, de lo que me gusta. Un poco de mi vida, y un lugar para recordar de a poco cada uno de mis momentos.